Старая, старая сказка

Пометка:

вариант из букваря.

                La   ........                mágica

Hace muchos años llegaron a la corte de un país tres sastres que querían ver al rey.
-¡ Oh rey! Eres tan poderoso, que mereces el traje más rico y hermoso del mundo. Hemos venido de muy lejos para ofrecerte nuestros servicios.
¿Quieres que te lo hagamos?
El rey era muy vanidoso y enseguida dijo que sí.
  -No sólo será el mejor traje que hayas tenido nunca - dijeron los sastres-, sino que tendrá además una propiedad mágica. Sólo lo verán las personas honradas y buenas; así podrás conocer a tus súbditos.
   ¡Qué contento se puso el rey!  Ahora podría saber cómo era la gente que lo rodeaba.
  ¡Pedidme lo que necesiteís para confeccionarlo, que yo os lo daré -
les dijo a los sastres.
  Los sastres pidieron unas habitaciones aisladas, buenas camas, buena comida y bien vino. Montaron un telar y pidieron más cosas: hilos de oro y de plata, perlas, esmeraldas...
  Un día el rey ordenó a su mayordomo que fuera a ver cómo iba el trabajo de los sastres. El mayordomo fue, pero no vio nada; en cambio, los sastres parecían trabajar muy entusiasmados.
  ¡Qué susto se llevó el mayordomo!  ¡Él no veía la tela! ¿Qué haría el rey al saber que él no era bueno y hnrado?  Meditó mucho rato y al fin fue a ver al rey y le dijo:
  -Señor, es la tela más hermosa que he visto jamás.
   Después todos los cortesanos fueron a ver el precioso vestido y todos dijeron al rey que les parecía maravilloso.
   Al fin se lo trajeron al rey para que lo contemplara. ¡Imaginaos el susto del rey al no verlo!... Pero también el rey disimuló.
   Se acercaba el día de la fiesta mayor; el rey quería estrenar su precioso vestido para ir a misa a la catedral. Y ya tenéis al rey montado en su caballo en realidad iba... en paños menores.
    Sin embargo, toda la gente decía:
   -¡Qué traje tan hermoso lleva el rey, nuestro señor!
   Pero...,¿sabéis qué pasó? Que un niño sencillo, sincero y bondadoso dijo:
   -Yo sé muy bien cómo soy; no me importa lo que piense de mí la gente.   
Por eso digo que el rey no lleva ningún traje.
   La gente se quedó asombrada por el valor del chiquillo. Y poco a poco todos se atrevieron a decir lo que estaban viendo.
¡Imaginaos la verguenza del rey!
   Lo más gracioso fue que el rey quiso castigar a los sastres, pero éstos habían desaparecido con el oro y las piedras preciosas.


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