Anaconda

Anaconda
       
     El guardia de la Reserva Rodrнguez mirу el reloj media hora antes del atardecer. La noche en el ecuador es casi inesperada sin la puesta de sol. Rodrнguez girу el barco en la desembocadura de un pequeсo rнo, marcando Rнo 10 en su cuaderno.
       Йl tirу del bote hacia la orilla, donde habнa luz en la espesa selva, en la playa arenosa, bajу al agua, tirу del bote, y luego tomу la hamaca y la atу a dos бrboles lo mбs alto posible. Entonces йl moviу la hamaca, la escopeta y cosas, y el mosquitero a la hamaca. Cuando Rodrнguez se subiу, notу muchas hojas de plantas acuбticas bajo el бrbol derecho.
           Pronto oscureciу, y por unos minutos la selva fue silenciada: los habitantes diurnos del pбjaro, los animales, las ranas y los insectos se calmaron, escondiйndose en ramas y madrigueras.  Pero entonces las cigarras comenzaron a sonar, las nubes de mosquitos comenzaron a sonar, y las aves rapaces nocturnas gritaron, golpeando con sus alas en el agua.
         La vida nocturna comenzу en la selva semi-sumergida del Amazonas.  Cuando pase la noche, alguien no se despertarб y alguien cazarб con йxito.
           Por la maсana, cuando Rodrнguez dejу caer la red hacia atrбs, se horrorizу al ver una gran anaconda de entre siete y ocho metros de largo presionada contra un бrbol sobre un montуn de hojas.  Tal vez la serpiente estaba esperando que el sol se calentara. Pero Rodrнguez no pudo bajar del бrbol.
        Y cuando el gran caimбn negro llegу a tierra junto a su barco en su camino hacia el agua, la posiciуn del espectador se volviу mбs dramбtica.  Caimбn se acercу a la anaconda y comenzу a morderla.
         Rodrнguez era un guardabosques experimentado, pero nunca habнa oнdo hablar de йl. A las anacondas les gusta comer caimanes jуvenes, y los viejos los evitan.
         Anaconda tenнa sueсo y, a juzgar por su estуmago, habнa comido recientemente.  Pero caimбn fue persistente, aunque su tamaсo no permitнa tal coraje. Agarrу la serpiente por la cola, intentando robarla en el rнo.         Anaconda levantу la cabeza por encima de un montуn de hojas de un tercio de la longitud de su cuerpo y se parу junto a la hamaca, pero no mirу al hombre, sino que corriу hacia el cocodrilo, girando alrededor de los anillos, y comenzу a ahogarse. Caimбn agitу las piernas y la cola, pero cada vez menos. Finalmente, dejу de hablar.
        Anaconda puso su cabeza en la boca de caimбn para asegurarse de que estaba muerto. Pero el cocodrilo de repente se apresurу con la ъltima fuerza, agarrу la cabeza de la serpiente y apretу sus mandнbulas. Lo que comenzу aquн: la anaconda abriу los anillos y comenzу a temblar con un caimбn de cuatro metros, tratando de liberar su cabeza.  Las ramas se rompieron, las hojas cayeron bajo la lluvia, y la arena volу hacia los arbustos.
        Rodrнguez se subiу a un бrbol mбs alto y esperу a que terminara. La batalla durу una hora. Finalmente, la serpiente se quedу callada, y el caimбn la arrastrу en una direcciуn, pero no se la comiу. Fue a un lugar con muchas hojas y empezу a cavar. Era una hembra, adivinу Rodrнguez.  Los huevos salieron de la arena y los cocodrilos empezaron a eclosionar.
Entonces su madre los puso en su boca y los llevу al rнo, a todos y cada uno de ellos.
         Hizo una hazaсa por  madre.
        Tal vez por eso los cocodrilos reinan en la Tierra durante doscientos millones de aсos!
 
*El caimбn negro es el cocodrilo mбs grande de Sudamйrica. 


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