El tio Vicente. Parte 25, Despues

Siempre era una grata experiencia permanecer bajo la sombra del tilo. Este lugar privilegiado era como un espacio sin tiempo.
La mesa la habia fabricado yo mismo, con mis propias manos. Alli por las mananas, tomaba un cafe negro y amargo. Me gustaba el sabor genuino de las cosas. Tambien disfrutaba de la brisa matinal que, al agitar las ramas  desprendia de las hojas ese maravilloso olor a te.
Cada cosa era importante. Todo ocurria por algo. La vinculacion entre causas y efectos era casi ineludible.
Me habia enamorado de la soledad. Sabia que tenia por delante un enorme desafio; redescubrir el valor de las cosas.
Los hechos y situaciones de mi vida nunca pasaron inadvertidos. Pero se habia despertado en mi, un particular sentido y sensibilidad hacia la naturaleza y el mundo de las cosas y objetos. Esta dualidad insustituible entre lo animado y su opuesto. La esencia de la vida y la marca de los valores que cada quien le ponia a las cosas.
Despues de quedarme solo en la casa, mi vida se habia ido transformando. Por momentos era conciente de esa metamorfosis, aunque la mayoria de las veces no. Griselda y yo habiamos construido nuestro propio lenguaje y sistema de signos. La comunicacion es un proceso muy complejo caracterizado por la presencia de rispideces, muchas veces inevitables. Aunque tambien es cierto que tenemos la responsabilidad de ser parte de la construccion de un vinculo saludable.
Me pregunte si en mi relacion con Griselda quedaron muchas cosas para un despues, que nunca llego...
Esta pregunta tiene tantas respuestas y a su vez no tiene ninguna. Todo dependia de los ojos con los que miraba un horizonte ausente o tal vez un manana, lleno de esperanzas.
cdg


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