El tio Vicente. Parte 26, Ahora

Despues de mucho tiempo encendi el televisor y realmente senti asco. Sin embargo una atraccion sutil e invisible me impulso a continuar mirando. Mientras mas observaba las imagenes y escuchaba la infame cantidad de mentiras y estupideces jamas escuchada, mi colera fue en aumento. Senti un rubor intenso en mi cara. A continuacion agarre un pesado martillo que estaba sobre la mesa y destroze de un golpe el televisor.
Esta accion no era otra cosa m;s que una catarsis y escenificacion de mi intolerancia y malestar. El acercamiento y comprension profunda a cerca de una realidad que no iba a modificarse porque yo, un don nadie, rompiera un televisor. Este acto brutal me dio la dimension exacta de toda mi violencia reprimida.
Luego senti un profundo alivio y me pregunte si en el fondo de esta cuestion acaso, lo que en verdad queria, era matar a alguien. Pero a quien?
Ahora no lo se, aunque la pregunta estaba alli.
Existe un imaginario social y tambien representaciones de la realidad actuada. Un sistema que se autoregula y busca continuamente estados de equilibrio inestable. Perversiones, mecanismos y comportamientos que trabajan incesantemente para perpetuar el orden establecido. Alli, en lo mas profundo de lo impersonal se encuentran esos hombres y mujeres embrutecidos y esclavos de ficciones y deseos reproducidos una y mil veces por las pantallas de esos televisores, como Deidades, instalados en los hogares.
Mientras tanto  el reloj, mudo testigo de un peque;o drama cotidiano seguia indiferente, marcando las horas.
cdg


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